La lactancia materna constituye uno de los pilares fundamentales de la promoción de salud y de la prevención de numerosas enfermedades. No sólo en los países de Tercer Mundo, sino también en los de mayor nivel de desarrollo socioeconómico, se ha comprobado que la leche humana tiene un gran valor en la prevención de enfermedades especialmente durante la niñez.  Además de los múltiples beneficios que tiene sobre la madre y el hijo, beneficios recogidos por Organismos como la O.M.S. y la UNICEF en su Tratado Conjunto, la lactancia materna  supone un estímulo muy importante en el desarrollo y crecimiento de todas las estructuras del aparato masticatorio y del sistema respiratorio del recién nacido. Es un estimulante ortopédico natural que contribuye al crecimiento normal de los maxilares, estimula la musculatura facial y favorece el crecimiento armónico del rostro.

La  comunidad Odontológica debe velar por el bienestar y preservar la salud oral de los pacientes en todos los campos para aumentar la expectativa y calidad de vida de la  población, por lo tanto, es imprescindible mantener una mentalidad preventiva sobre todo respecto a las patologías bucodentales, no solo sobre caries y periodontopatías sino también en la prevención de las anomalías dentomaxilofaciales.

Al nacimiento la respiración es el primer estimulo funcional, siendo el amamantamiento el segundo.Todas las funciones que se realizan en la cavidad oral (respiración, succión, deglución, masticación y fonación), estimulan el crecimiento y desarrollo del tercio inferior de la cara. Por ello, el tipo de lactancia, así como los hábitos orales disfuncionales, pueden influir sobre la morfología definitiva de los maxilares y de la oclusión dentaria.

La boca del niño y el pecho de la madre forman una perfecta “unidad de succión” que trabaja en forma sincronizada y armónica extrayendo la leche y permitiendo que el niño pueda deglutirla. Si el niño es amamantado adecuadamente satisface su necesidad instintiva de succionar y tiene mejores posibilidades de alcanzar un desarrollo normal de sus estructuras dento – máxilo – faciales y otorrinolaríngeas.

Desde el punto de vista funcional, las primeras experiencias sensorio – motoras de la succión-deglución forman las praxias bucales básicas, es decir, los primeros patrones funcionales que el niño graba en su engrama cerebral, a partir de los cuales se superponen progresivamente el resto de las funciones bucales.

La succión-deglución-respiración constituye en el niño menor de 6 meses un tríptico funcional interdependiente en el que intervienen todos los elementos musculares y esqueléticos de la cara y el cuello, regidos por mecanismos instintivos y reflejos de alta complejidad y especialización neuro-sensorio-motora, que forman la base de los patrones funcionales del niño mayor y de cuya normalidad funcional depende el éxito del amamantamiento.

La boca del recién nacido está adaptada para la función primordial del amamantamiento y ya pueden desarrollar 3 reflejos que lo hacen posible: el de búsqueda, el de succión y el de deglución.

Al nacer el bebé se encuentra con la mandíbula en posición posterior o distal en relación con el maxilar superior, es decir retruída aproximadamente 1 cm , y al realizar los movimientos para tomar el pezón y tragar, va conformando la forma de la cavidad bucal, adelantando la mandíbula para su correcta oclusión posterior. En el lactante los labios, maxilares, encías, la lengua, los cojinetes grasos de las mejillas, el paladar duro y blando y la epiglotis, constituyen una estructura anatomo-funcional adaptada para el amamantamiento. Durante el primer año de vida, los dos meniscos articulares de la mandíbula son estimulados gracias al amamantamiento y al consiguiente empleo adecuado del sistema muscular.

Con la lactancia materna la mandíbula  avanza 1-1.5 mm en los primeros días. A los 4 meses avanza 4-6 mm y a los 6-8 meses alcanza su posición correcta, permitiendo que se establezca una guía anterior. Es el llamado primer avance fisiológico de la oclusión.

El acto de amamantamiento es el único que activa y crea fisiológicamente los circuitos nerviosos que proporcionan las respuestas paratípicas de crecimiento y desarrollo como son: crecimiento antero-posterior y transversal de la mandíbula, desarrollo de los pterigoideos y diferenciación de las articulaciones temporo-mandibulares.

El acto de mamar demanda la realización de variados y coordinados movimientos, conformando la Unidad vital del acto de amamantamiento, en el que intervienen: Para la succión; labios, lengua, carrillos, paladar blando y mandíbula, y Para la deglución; faringe, laringe, hueso hioides y piso de boca. En ambos casos, intervienen una diversidad de músculos de la cara, cuello y espalda. Toda esta dinámica produce estímulos funcionales para un armonioso desarrollo del órgano bucal. Con la ejercitación de los masticadores y faciales en el acto de lactar, disminuye el 50% las maloclusiones dentarias como resalte, apiñamiento, mordida cruzada posterior, mordida abierta, rotaciones dentarias, etc. que afectan la estética y la función dentofacial del niño.

La succión requiere la completa introducción del pezón y areola dentro de la boca del lactante, hasta que la punta del pezón alcance el paladar blando, produciendo el sellado completo para crear el vacío. La fase de succión no realizada correctamente, mal guiada, lleva a la falencia de un correcto desarrollo de las estructuras, que garantizan la evolución perfecta de las siguientes funciones, principalmente la respiratoria.

La función muscular durante la lactancia favorece el mejor desarrollo de los maxilares y facilita la erupción y alineación de los dientes. Aparece una adecuada posición y función lingual (natural), facilitando el equilibrio dentario. Previene la instauración de hábitos bucales deformantes, como ser hábitos  de succión y deglución atípicas. El incremento del movimiento mandibular durante la lactancia con la función incrementada de músculos propulsores y de cierre, evita retrognatismos mandibulares, obteniéndose mejor relación entre el maxilar y la mandíbula.

El amamantamiento es la prevención del “Síndrome del Respirador Bucal”, es la prevención de las patologías del aparato respiratorio; de  la deglución atípica; de la malocuclusión; de las disfunciones cráneo-mandibulares, de las dificultades de fonéticas.

Y finalmente concluir diciendo que todos los  profesionales comprometidos con la salud  integral preventiva de nuestros niños, debemos  sensibilizar y educar a nuestras madres, sobre la importancia de la práctica de la lactancia materna en forma exclusiva, por un periodo no menor a seis meses, para asegurar una buena nutrición y prevenir las anomalías dentomaxilofaciales.

Lactancia materna como factor preventivo de anomalías dentomaxilares